Este problema probablemente nos haya ocurrido alguna vez a todos los criadores de diamantes de gould. En realidad sería más correcto llamarlo huevo retenido, de ahí que entrecomille atravesado.
La hembra no es capaz de expulsar el huevo y el
sobreesfuerzo que ha realizado no es suficiente, probablemente porque no está en
condiciones óptimas para la reproducción.
Observaremos que la hembra, que inicialmente intentó poner el huevo dentro del nido, ya ha salido de él y está en el suelo de la jaula, normalmente embolada a causa de su debilidad.
Observaremos que la hembra, que inicialmente intentó poner el huevo dentro del nido, ya ha salido de él y está en el suelo de la jaula, normalmente embolada a causa de su debilidad.
Para saber cómo evitar encontrarnos ante este problema en nuestro aviario es imprescindible conocer las principales causas que pueden dar lugar a esta situación, y que en cierta medida dependen del criador. Entre las causas hay diversos factores que pueden influir de manera individual o como cúmulo de varias de estas:
- Baja temperatura del ambiente. Debemos intentar no criar cuando la temperatura del aviario descienda de los 8-10º. Algunos criadores utilizan algún medio para calefactar el local, otros sin embargo establecen el periodo de cría en base al clima de su zona, evitando criar en los meses más fríos.
-Excesivas puestas, lo que le producen un desgaste y/o descalcificación que dañará su capacidad reproductiva a corto y largo plazo. No es recomendable más de 3 puestas si es de cría natural o 5 si son con nodrizas, intentando en éste último caso darle un periodo de tiempo de descanso (quitándoles el nido) entre dos puestas para que se recupere.
¿CÓMO SOLUCIONARLO?
Si observamos estos indicios y consideramos la posibilidad de que sea éste el problema, tendremos que intervenir. Para intentar solucionarlo, podemos hacer varias cosas:
- Es conveniente actuar cuanto antes, ya que cada hora que pase, la hembra estará más débil y tendrá menos fuerzas para expulsar el huevo.
- Es conveniente mantenerla en un ambiente tranquilo y con poca luz para que recupere su calor corporal, hidratación y aportes durante un tiempo y de esta forma coja fuerzas para realizar las contracciones y expulsar el huevo con las ayudas anteriores.
MI EXPERIENCIA PERSONAL
Este problema sólo me ha ocurrido una vez y fue con la primera pareja de diamantes de gould que tuve y probablemente se debiera al desconocimiento por mi parte de las necesidades de estas aves y su preparación para la cría y la prueba está en que desde entonces no me ha vuelto a pasar, incluso criando con mayor número de parejas en los seis años que han pasado desde entonces.
Cuando llegué de la universidad, sobre las 15.30 h. encontré a la hembra (de la foto) en el suelo, embolada. Hacía más de una semana que le había puesto el nido y estaba esperando que empezara la puesta. Estaba débil y al cogerla noté el bulto en el abdomen, así que investigué un poco y seguí los pasos para ayudarla a expulsar el huevo. Como no tenía jaula enfermería, le aporté calor con una bombilla, le estuve dando agua para que estuviera hidratada y un complejo vitamínico que tenía para aves (Tabernil total). Le apliqué aceite en la cloaca con un bastoncillo y calenté agua para aumentar la humedad de la cocina, que es el sitio en que la tuve estas horas.
De vez en cuando acercaba la zona de la cloaca al vapor de agua que salía de la olla y entre tanto le daba masajes en el abdomen y posteriormente la ponía sobre una caja de zapatos con un trapo para que descansara y cogiera fuerzas. Notaba cómo ella tenía contracciones para expulsar el huevo. Esto lo repetí en tres ocasiones hasta que conseguí en la última que expulsara el huevo aprovechando sus contracciones con mis masajes abdominales en la dirección de salida.
El huevo no tenía su cáscara formada, era como de goma (supongo que por falta de calcio). Una vez que había expulsado el huevo, poco más podía hacer, así que le puse comida y agua a mano y le mantuve la fuente de calor. Al día siguiente ya se movía un poco del sitio pero tardó tres días en subirse al palo de la jaula. En cuanto la vi con más fuerza, la llevé a la voladera para que se recuperara y la descarté para la cría.
Lamentablemente, así de triste empezó y concluyó en pocos días mi primera cría con mi primera pareja de diamante de gould, cuando la ilusión era máxima. Por suerte, al año siguiente, con este macho y una hembra nueva y otra pareja que compré, saqué varias crías de forma natural, con lo que la satisfacción borró aquel mal recuerdo.